Crónica de un mini-escape
Un mini escape
El 15 de marzo del 2020 el amanecer lojano se vistió con la
dulzura del frío que cristaliza los bellos flamantes de la piel, los vecinos y
comerciantes del mercado mayorista han desencadenado un ambiente donde la
brevedad y la astucia juegan un papel preponderante el momento de comprar y
vender, la gente tiene la costumbre de madrugar a conseguir los centavos que ayudan
a sosegar las necesidades. Al mismo tiempo el sol brilla nuevo y joven por mi
ventana helada, un sorbo de su alma se impregnó en la manija de la puerta crujiente,
ahora la habitación es como el destino de la luz que emite un faro enérgico.
Son las 06:00 mi celular alarmado me jalaba de la cama, cual conciencia que
sujeta a la responsabilidad por el torso y la impulsa en su deber, con un tono rimbombante
El amanecer avanza silencioso, enseguida llevo las manos a
mi rostro, bostezo y me doy tres giros en la cama que ayudan a eliminar el
sueño despilfarrado, mi primer pie que toca el entablado de mi cuarto, es el
derecho y luego al compás danza con su par, enseguida agradezco por el día más
de vida concedido a la imagen de la virgen de Guadalupe, camino por el pasillo
hasta llegar a la puerta que tenía su mano helada, y tan helada porque al
tocarla sentí como me invadía una corriente de electricidad por las fibras
externas de mi ser, por un segundo creí que era una puerta desalmada. Bueno,
enseguida voy a la tienda para comprarme todo lo que necesita un desayuno
alimenticio, mí café “Sí Café”, no puede faltar con su buena taza de leche,
frutas y pan integral.
La vida y la muerte se conjugan en el tiempo, Son las 07:00 y
me encuentro lavando los trastes del desayuno mientras escucho la radio y sus
noticias que coordinadamente hablan de una pandemia que llega a la ciudad desde
el otro lado del mundo, me altero un poco y empiezo a pensar en soluciones y
planes para evitar sus estragos, pienso en mi familia y en la mujer que me
gusta, el motivo de las primaveras que me invaden al decir su nombre y pensar
en ella que me ilusiona y me impulsa a luchar por la felicidad de ambos, entre
tanto ya ha pasado media hora, tomo el celular y en facebook me informo
informalmente mientras guardo las esperanzas de salir bien librado de este virus
que ha paralizado el mundo. A las 08:00 de mañana salgo a conseguir una venta
para cumplir con el día trabajado porque me encuentro de vacaciones en la
Universidad y eso afloja un poco las presiones del ser.
En fin Salí a ofertar mis productos, perfumes, planes, ropa,
internet, entre otros, me dieron las 10:00 y luego las 11:00 de la mañana,
entrevisté a 15 personas, vendí un plan de internet fijo y dos perfumes, esto
de las ventas es hermoso, porque conoces a muchas personas y muchas personas te
conocen, pides su whatss app y vas tejiendo redes de amistas, en Loja hay
personas de buen corazón, tranquilas y amables, otras no tanto.
En fin, ente tanto trajinar he matado o me ha matado la
mañana, me duele saber que me voy muriendo despiadadamente a cada instante, por
ello me concentro en ser feliz y hacer feliz a quien pueda, porque la vida es
un ciclo de dar y recibir, en fin al caminar por la calle donde muchos
comerciantes se instalan a vender voy esquivando a las personas y a los granos,
aguacates, manzanas, papas, pescado, dulces, quesos que se ponen a la venta al
aire libre, es como cruzar un río saltando de piedra en piedra y jugar en un
mini laberinto, al llegar al final de esta aventura comercial escucho decir a
una señora que conversaba con su esposo que son la “una de la tarde y no hemos
almorzado”. Ante ello, pienso un poco en mí, giro a la izquierda espero que
pasen tres taxis un automóvil rojo dos camionetas y una bicicleta para pasar la
calle e ingresar al puesto de comida, almuerzo.
Luego del sancocho y el pescado salado, regreso a mi cuarto,
me acoge en su lecho mientras avanzo con la lectura a Saramago, por fin llego a
la página 82, es un logro cuantioso, hay historias que alegran la existencia y
te motivan a persistir viviendo con tu extraña filosofía. Enciendo la radio de
mi celular, el locutor afirma que son las 17:00, estoy atrasado para llegar a
mi trabajo express, tomo lo más importante y salgo volando con el miedo de que
me reclamen y la conciencia en alerta, pese a que mis jefes son calidad de
personas, bueno que puedo decir trabajar es lo mejor de la vida y si tú
trabajas en cosas que te gustan, pues es hermoso simplemente, hermoso.
Luego de haber cumplido con las seis horas laborables, son
las 23:00 y se termina el día, la jefa me pasa dejando por donde vivo, tan amable
y atenta como siempre. Enseguida inicio un descanso placentero. Así fue el
primer día y el último que estuve en la ciudad de Loja, porque al siguiente los
rumores sobre la existencia de contagiados en el país y en la ciudad incrementaron
hasta el punto que se decía que van a cerrar el terminar terrestre.
Luego de esto la tarde del jueves 19 de marzo, la
gobernadora de Loja, Lorena Acosta, oficializaba la existencia de cuatro casos
confirmados del virus COVID-19 en la ciudad. Es en este momento en el cual
empieza toda la travesía por viajar a la casa donde viven mis padres ubicada en
el cantón Piñas de la Provincia de El Oro. Todo fue inesperado y de un rato a
otro, todos mis conocidos empezaron a marcharse buscando estar a salvo en algún
lugar retirado de los principales focos de contagio que se encuentran en las
ciudades donde existe mayor aglomeración de personas.
Al caer la tarde del mismo día acudí al terminal terrestre
para comprar un boleto de autobús que me permita viajar a la casa de mis
padres, pero ya cuando me tocó de ir hasta la ventanilla de la boletería la
secretaria me dijo que ya no habían pasajes y que tal vez se cerrarían las
operaciones del terminal, al instante de retirarme existían obreros de la Municipalidad
que fumigaban los pasillos y las esquinas interiores del terminal terrestre.
En este instante mil ideas empezaron a circular por mi
mente, para poder salir de esta ciudad una de ellas fue tomar mis maletas y
salir de forma aventurera por la vía que conduce al cantón Piñas buscando que
algún conductor me dé un aventón lo más cercano posible y así sucedió, tiempo
después un amigo que conocí en el periódico me dejó en Catamayo, eran las 18h00
del sábado 22 de marzo del 2020 y en Catamayo se notaba la alteración producida
por el miedo de la pandemia, se podía ver a una gran cantidad de personas
comprando alimentos para abastecerse unos dos o tres meses aproximadamente.
Al instante de ello, un carro privado pasa avisando que se
dispone a viajar para Machala y que tiene espacio para dos personas, ante lo
cual le pido que me tome en cuenta para
viajar, es así que tras cuatro horas de viaje viendo correr los árboles y las
montañas por la ventana del vehículo llego hasta la “Y” donde me bajé
aproximadamente a las 23h00, en el transcurso desde Saracay a Piñas me encontró mi primo en su carro y me ayudó
a completar el viaje.
Desde aquel momento hasta la fecha actual han transcurrido 6
meses, la pandemia ha dejado más de
800.000 muertes en todo el mundo y actualmente la cifra de contagiados bordea
las 9 millones de personas alrededor del planeta, en Ecuador hoy se reportaron
101.593 casos positivos del COVID-19 de los cuales 80.264 se han recuperado y
en el cantón Piñas, donde he pasado esta cuarentena, los casos ascienden a 165
infectados, la persona que vino a enlistarnos en el cerco epidemiológico dos
meses atrás me afirmó que estamos en la etapa de contagio comunitario, por lo
cual toca permanecer en casa y tener las medidas de precaución del caso.
Fredy Torres
"Hay grandes libros en el mundo y grandes mundos en los libros" Umberto Eco
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